Todos tendemos a ocultar nuestra enfermedad, incluso cuando los síntomas son contagiosos. Seguimos con nuestra rutina habitual, disimulando nuestro malestar con una fachada de valentía. Ya sea que asistamos a clases con dolor de garganta o participemos en una reunión importante con un cliente con la nariz tapada, a menudo seguimos adelante a pesar de sentirnos molestos. Ya sea intencionadamente o no, debes haber vivido un momento como este. Estancia Un estudio publicado en la revista Science revela que este comportamiento no es infrecuente; De hecho, es común que las personas oculten sus síntomas.
Ocultar la enfermedad
Los investigadores han descubierto una tendencia preocupante a raíz de la pandemia mundial. A este comportamiento consciente de ocultar su enfermedad lo llaman “enmascaramiento de la enfermedad”. Este fenómeno es un comportamiento social generalizado que puede suponer un riesgo potencial para la salud pública. Lo que es aún más sorprendente es que las personas ocultan sus síntomas cuando son más graves y contagiosos. No sólo en casos de resfriado común o gripe, sino también en enfermedades graves, es más probable que las personas oculten los síntomas. Esto no sólo actúa como un revés para la recuperación de una persona, sino que también plantea un desafío importante para la salud pública.
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las razones
Los investigadores pudieron identificar las causas fundamentales de este comportamiento social. No hay una única razón para esto. La razón principal es el miedo al juicio y al estigma, ya que en muchas sociedades la enfermedad se considera una debilidad. Además, los humanos somos por naturaleza seres sociales. La naturaleza social nos impulsa a ocultar nuestra enfermedad. La enfermedad infecciosa exige aislamiento para prevenir la transmisión y trae a la memoria recuerdos horribles de los días de aislamiento durante el Covid-19. Da miedo volver a experimentar eso. La presión financiera o el compromiso con el trabajo también llevan a las personas a ocultar su enfermedad, por temor a las repercusiones de anular sus prioridades inmediatas.
Los investigadores recomendaron la necesidad de una comunicación abierta y la divulgación de la enfermedad y los síntomas, a pesar de sentirse incómodos. Compartir la verdad lo mantiene responsable y previene la posible exposición a agentes causantes de enfermedades en comunidades vulnerables, como los pacientes cardíacos y los ancianos. La responsabilidad de la salud pública es una responsabilidad compartida para proteger el bienestar de la sociedad en su conjunto. El primer paso hacia una comunicación abierta es la empatía por ambas partes. La enfermedad es impredecible y puede aparecer en cualquier momento. No es culpa de nadie y no afecta a la productividad. La única manera de mantener la productividad y las buenas relaciones es descansar bien y recuperarse de la enfermedad, lo que permite una participación activa en la sociedad.
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