Los manifestantes exigen mejores condiciones laborales después de que un cocinero fuera asesinado en un centro de detención catalán la semana pasada.
El lunes marcó otro día de protestas en las prisiones de toda España, después de que un recluso asesinara a un cocinero en un centro de Cataluña la semana pasada.
Los trabajadores penitenciarios exigen condiciones de trabajo más seguras.
A pesar de un acuerdo de este domingo, los trabajadores penitenciarios de Cataluña volvieron a salir a las calles, quemando neumáticos en las entradas de los centros de detención, impidiendo la entrada y salida de funcionarios y presos, y bloqueando alimentos y otros servicios.
Si bien algunas prisiones han instado a los trabajadores a pasar la noche para garantizar el servicio del lunes, el objetivo es crear tensión dentro de los centros impidiendo cambios de turno.
La concejala Gemma Ubasart señaló el lunes que el bloqueo afecta a unos 4.000 reclusos porque a algunos no se les puede dejar salir de sus celdas.
Ubssart afirmó que la «situación es grave y preocupante» y añadió que «el derecho de protesta no puede impedir el funcionamiento de los servicios esenciales».
Algunos abogados no pueden ayudar a sus clientes, afirmó, «violando el derecho a la inmunidad».
Además, a petición del poder judicial, en los centros no se podrán realizar visitas sanitarias que no sean de emergencia ni realizar videoconferencias.
«Estamos en una situación de restricciones que no se dan ni siquiera en una pandemia», afirmó Ubasard, instando a los sindicatos a volver a la mesa de negociaciones para resolver el bloqueo.
Se ha desplegado policía antidisturbios para acceder a suministros y personal en algunas prisiones.
Los sindicatos piden la dimisión de la directora de prisiones, Gemma Ubasard, y del secretario de operaciones penitenciarias, Amand Caldero.
A diferencia de días anteriores, este lunes hay una fuerte presencia policial en las principales cárceles catalanas para garantizar la normalidad del servicio en los centros.
Las protestas del viernes y sábado crearon problemas de convivencia cuando miles de reclusos no pudieron salir de sus celdas debido a la falta de personal y a que sus familiares no pudieron visitarlos.
La policía tomó medidas para impedir los asedios, pero sólo tuvo éxito en dos prisiones.